El grado cero

Investigando acerca del simbolismo arquetípico de los grados del zodiaco, es comúnmente aceptado que cada grupo de 10 grados se corresponde a un signo zodiacal concreto, por orden. Afinando aún más el matiz, en vez de cogerlos de 10 en 10 grados, se ha llegado hasta la subdivisión de cada signo adjudicando una energía zodiacal determinada a cada grado: así el primer grado de cualquier signo (de 1 ° a 1 ° 59 ‘) tiene el simbolismo de Aries, el segundo grado (de 2 ° a 2 ° 59 ‘) el simbolismo del segundo signo del zodiaco, Tauro, y así sucesivamente. Es la base de las subdivisiones de cada signo practicadas desde la antigüedad por la astrología más clásica: decanatos, dodecatemorias…

Sin embargo, el secreto del grado cero (desde 0 ° a 0 ° 59 ‘) de cualquier signo planteó tradicionalmente dudas.

Percy Seymour compartió esta experiencia:
El día en que se le reveló la solución al dilema del grado cero de cada signo zodiacal. El 20 de agosto de 1998 (18:00 horas, EDT + 4, 77W02, 38N53) el gobierno de EE. UU. decidió lanzar dos misiles de crucero contra dos países, Afganistán y Sudán. El misil lanzado hacia Sudán impactó en una fábrica de productos farmacéuticos. Tomando el horóscopo de este incidente, comprobó que Marte estaba en el grado cero de Leo en oposición exacta a Neptuno en el grado cero de Acuario. Como arquetipo, Marte simboliza un ataque, agresión y guerra, mientras que Neptuno simboliza medicamentos, entre otras cosas. ¿Qué pasó en ese incidente? Un ente con supremacía militar (Estados Unidos) bombardeó una fábrica de productos farmacéuticos. Por lo tanto, Marte en el grado cero de Leo indica a alguien cuyo poder se impone, prevalece, destaca (Leo) y que es demostrado por agresión o impacto (Marte). En este acto, un misil destruyó una fábrica de productos farmacéuticos (Neptuno) (Acuario / Urano).
Entonces, Neptuno en el grado cero de Acuario nos dice que la fábrica de productos farmacéuticos (Neptuno) fue destruida por la explosión de un misil durante el bombardeo (Acuario / Urano).

Este incidente le ayudó a entender el significado real del grado cero: el grado cero de un signo simboliza las características esenciales exaltadas de ese signo. Por lo tanto, el grado cero de Leo simboliza todas las características esenciales del signo Leo: poder, autoridad, supremacía, mientras que el grado cero de Acuario simboliza todas las características esenciales de ese signo: explosión, lo disruptivo e inesperado del bombardeo, misiles.

Así como hay 12 signos del círculo del zodiaco, también hay 12 grados cero y cada grado cero tendría todas las características básicas de ese signo, exaltadas.

Mantén vivas tus oraciones

Desde que Saturno se puso conjunto a mi Ascendente transitando en oposición a mi saturno natal (entre otros jaques mates simultáneos en mi carta como Urano por tránsito conjunto a mi sol –once in a person´´´´ s lifetime, if so-), he incorporado un importante aprendizaje cuya moraleja puedo resumir en que:

Tengo para mí que no se reza así:

Personaje principal de «Mimosas» (Oliver Laxe), rezando.

 

Sino que se reza así:

Manuel Vilariño, Premio Nacional de Fotografía en 2007.

Leyendo a la analista (junguiana) Jules Cashford, me llama la atención el hecho de que observa -a partir de casos reales e investigaciones sociológicas, históricas y antropológicas- cómo eso que comúnmente entendemos por «la divinidad» aparece cuando la vida se manifiesta con especial intensidad y/o particular sufrimiento.

Esto lo vengo a suscribir yo, que antes rezaba como el personaje de la película de Laxe, pero ya no.

Lo entendí bien: no se trata de cerrar ojos y puños y «que sea lo que yo quiero, por favor, por favor, señor»… La plegaria, el diálogo con el nous está en las palmas abiertas vueltas al cielo, sólo así se pueden posar los pájaros en tus manos. Y los ojos bien abiertos, como los de Manuel Vilariño, una criatura casi mítica en sí misma, que se entiende bien con las aves.

Desde que me pasó lo que me pasó, aparte de ser otra, estoy ya despierta.

Y me da por rezar bien. Y los pájaros vienen a mis manos.

Para normales

Últimas noticias sobre lo paranormal para normales.

En el cielo hay una fiesta.

Un fotógrafo ha captado recientemente el momento en que un meteorito impactaba contra nuestra atmósfera sobre un bonito lugar de Inglaterra, dibujando una hermosa coreografía diríase que como de zambullida, ¿no?

Teniendo en cuenta que cada día la Tierra recibe cerca de 100 toneladas de materia extraterrestre en forma de grano de polvo, y que se estima que unos 60 meteoritos caen por hora en la Tierra, dan ganas de salir cada noche a «coregrafiarse» con el cielo, bonita pareja de baile.

«Yo creo en la Buena Nueva,

En el destino aproximativo (…)

Viene hacia nosotros el infinito…

Seremos dioses, seremos reyes».

Houllebecq

 

Las otras lunas

La Luna tiene dos hermanas que juegan al escondite. Las hemos pillado. La familia crece: #uranoentauro.

En los años 60, cuando fue lanzada la hipótesis de su existencia por el astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski, estos cuerpos celestes eran una ecuación que sólo tomaba cuerpo, de vez en cuando, cuando al astrónomo le resultaban visibles por efecto de una suerte de oblicuidad exacta de los rayos de sol que incidían sobre ellas por instantes y en esa oblicuidad se creaba una especie de «pantalla» que permitía observar su corporeidad. Qué crack.

Kazimierz Kordylewski en 1961 esquematizando sus hallazgos lunares

Pero con los instrumentos actuales ha sido posible por fin ver estos dos cuerpos celestes sumamente sutiles formados de polvo y cuya morfología los hace muy difíciles de observar contra el cielo profundo.

Hizo falta desarrollar suficientemente la tecnología existente para permitir su visibilidad. Para fotografiarlas, se utilizaron filtros de polarización en las cámaras que han permitido obtener instantáneas de estos cuerpos orbitales celestes. Así lograron revelar la luz diseminada que se refleja de las partículas individuales dentro de las nubes.

Debemos agradecer al astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski, quien logró avistarlas por primera vez, su apertura de miras, el permitirse dar veracidad a su existencia en medio de la ortodoxia científica de su tiempo, que por supuesto cuestionó sus teorías. Ya se sabe, no ver (y no medir) es no existir desde Descartes, hasta hace bien poco.

«Es muy difícil detectar las Nubes de Kordylewski contra la luz galáctica, la luz de las estrellas, la luz zodiacal y el resplandor del cielo», afirma un responsable de la investigación.

«Resulta intrigante confirmar que nuestro planeta posee pseudosatélites en órbita junto con nuestra vecina lunar», afirma otra investigadora del mismo equipo, y continúa «las nubes de Kordylewski son dos de los objetos más difíciles de encontrar y, aunque están tan cerca de la Tierra como la Luna, los investigadores acostumbran a pasarlas por alto en astronomía».

Yo para celebrarlo, las he rebautizado y ya las llamo de tú,»Lunas de Kordylewski» porque no son nubes, las nubes no orbitan. En la National Geographic  lo explican mejor que yo.

Ahora me quedo haciendo deberes: investigar las fechas en las que Kordylewski las pudo atisbar «sus lunas» y consultar las efemérides planetarias, a ver qué encuentro. Después, meditar sobre sus órbitas y su simbolismo arquetipal posible… Justo hoy, justo hoy que he recibido el pedido de La Luna

Y nosotros queriendo lanzar al espacio una luna artificial para 2020… ¿Qué pena, no? Yo prefiero lo real, aunque sea difícil de entender o se demore en ser demostrable (para muchos en realidad, en existir). Más Kordylewskis, por favor, y menos artificio colgante.

 

 

 

Bienvenido, Mr Seymour

Puede ser que los planetas controlen tu futuro. Ojo, que lo dice un científico. Ningún astrólogo contemporáneo -en sus cabales- lo expresaría tal cual. Hay que ver…

Tradicionalmente considerada como poco más que una mancia, la astrología ha sido tildada de pseudo-ciencia, incluida para la Royal Astronomical Society (Real Sociedad Astronómica). Pero uno de sus miembros, el Dr. Percy Seymour, ha reabierto el debate con un polémico libro que asegura que los movimientos del Sol, las estrellas y los planetas pueden influir sobre el cerebro de los neonatos de forma mensurable.

He recuperado el artículo de 2014 firmado por este astrónomo al que le dio por romper la ortodoxia científica para afirmar que la astrología podría tener una base “de hecho”.

Seymour es un veterano catedrático de astronomía y astrofísica de la Universidad de Plymouth que ha desarrollado labores de investigación en el Royal Observatory de Greenwich. Destaca entre sus reflexiones que en ningún caso al referirse a astrología incluye a los horóscopos, a la vez que opina que el desarrollo del cerebro humano “puede” verse afectado por el campo magnético de la Tierra, especialmente durante el crecimiento intrauterino (entrecomillo el “puede” para llamar la atención sobre este matiz en particular, es como un atisbo de que la comunidad científica ya no usa un condicional para referirse al tema, sino un presente de indicativo) Para estar atrapados en un pensamiento causal, no está mal.

En su libro titulado The Scientific Proof of Astrology,  (“La prueba científica de la astrología”), -actualmente a precio desorbitado por descatalogado, por cierto- Seymour sugiere que al campo magnético de la tierra le afectan interacciones con los del sol y la luna de forma más evidente, pero no sólo, ya que planetas como Júpiter, Marte y Venus también lo hacen porque sus campos magnéticos interaccionan con el magnetismo solar.

Seymour asegura: “Es como si todo el Sistema Solar estuviera interpretando una sinfonía sobre el campo magnético de la tierra. Todos nosotros sintonizamos genéticamente para recibir un conjunto de melodías de esta sinfonía”.

Sus afirmaciones lo han enfrentado a otros astrónomos que han visto cómo la popularidad de la astrología ha traspasado generaciones y son testigos de cómo los honorarios de los mejores astrólogos sobrepasan en muchos casos los de los investigadores más eminentes. Esto lo ha argumentado desde ambas partes, la comunidad científica desprejuiciada y la prejuiciada está en esto de acuerdo con la astrología, qué curioso.

Probablemente la eminencia científica más mediática que ha argumentado en contra de la astrología está Stephen Hawking, a la que describe como «absurda», argumentando que no hay lugar para la astrología en nuestra visión científica del mundo porque sus afirmaciones predictivas no pueden soportar ningún examen crítico.

Muchos colegas más orientados hacia la cuántica tendrían bastante que defender sobre el correlato de lo que es arriba y es abajo, pero sobre este argumento en concreto que enfoca únicamente las afirmaciones predictivas, hay que aclarar que la rama predictiva de la astrología es sólo precisamente eso, una rama. Cargarse el árbol entero porque una rama no va por donde tú quieres que vaya, porque no comprendes por qué tira por ahí o porque simplemente crece hacia un lugar que te estorba porque choca con alguna construcción tuya, no tiene mucho sentido. Esta visión tampoco admite ningún examen crítico por sí misma.

Viendo que ese camino del examen crítico no es operativo en ningún caso, salgamos del encuadre de la pizarra académica y volvamos a la vida real: habría que dejar al arbolito donde está y a ver qué pasa, dejar que siga con vida.

Es loable la iniciativa, la valentía de Seymour, porque aún desde Estados Unidos los científicos no se han permitido esa amplitud, esa flexibilidad, esa liberación del corsé, como sí lo ha hecho la comunidad científica anglosajona de origen europeo. Al menos por una vez parece que no nos absorbe el stablishment estadounidense como nos está pasando con todo. En esto desde Europa, salvo excepciones por supuesto, estamos siendo más valientes, más adelantados.

Para quien desee ahondar en el tema, aquí va un recurso en inglés, una alternativa a los libros del Sr. Seymour ya descatalogados o a precios, haciendo un guiño semántico, desorbitados.