Las otras lunas

La Luna tiene dos hermanas que juegan al escondite. Las hemos pillado. La familia crece: #uranoentauro.

En los años 60, cuando fue lanzada la hipótesis de su existencia por el astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski, estos cuerpos celestes eran una ecuación que sólo tomaba cuerpo, de vez en cuando, cuando al astrónomo le resultaban visibles por efecto de una suerte de oblicuidad exacta de los rayos de sol que incidían sobre ellas por instantes y en esa oblicuidad se creaba una especie de «pantalla» que permitía observar su corporeidad. Qué crack.

Kazimierz Kordylewski en 1961 esquematizando sus hallazgos lunares

Pero con los instrumentos actuales ha sido posible por fin ver estos dos cuerpos celestes sumamente sutiles formados de polvo y cuya morfología los hace muy difíciles de observar contra el cielo profundo.

Hizo falta desarrollar suficientemente la tecnología existente para permitir su visibilidad. Para fotografiarlas, se utilizaron filtros de polarización en las cámaras que han permitido obtener instantáneas de estos cuerpos orbitales celestes. Así lograron revelar la luz diseminada que se refleja de las partículas individuales dentro de las nubes.

Debemos agradecer al astrónomo polaco Kazimierz Kordylewski, quien logró avistarlas por primera vez, su apertura de miras, el permitirse dar veracidad a su existencia en medio de la ortodoxia científica de su tiempo, que por supuesto cuestionó sus teorías. Ya se sabe, no ver (y no medir) es no existir desde Descartes, hasta hace bien poco.

«Es muy difícil detectar las Nubes de Kordylewski contra la luz galáctica, la luz de las estrellas, la luz zodiacal y el resplandor del cielo», afirma un responsable de la investigación.

«Resulta intrigante confirmar que nuestro planeta posee pseudosatélites en órbita junto con nuestra vecina lunar», afirma otra investigadora del mismo equipo, y continúa «las nubes de Kordylewski son dos de los objetos más difíciles de encontrar y, aunque están tan cerca de la Tierra como la Luna, los investigadores acostumbran a pasarlas por alto en astronomía».

Yo para celebrarlo, las he rebautizado y ya las llamo de tú,»Lunas de Kordylewski» porque no son nubes, las nubes no orbitan. En la National Geographic  lo explican mejor que yo.

Ahora me quedo haciendo deberes: investigar las fechas en las que Kordylewski las pudo atisbar «sus lunas» y consultar las efemérides planetarias, a ver qué encuentro. Después, meditar sobre sus órbitas y su simbolismo arquetipal posible… Justo hoy, justo hoy que he recibido el pedido de La Luna

Y nosotros queriendo lanzar al espacio una luna artificial para 2020… ¿Qué pena, no? Yo prefiero lo real, aunque sea difícil de entender o se demore en ser demostrable (para muchos en realidad, en existir). Más Kordylewskis, por favor, y menos artificio colgante.

 

 

 

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